divendres, 12 d’octubre del 2007

‘No les damos la caña, les enseñamos a pescar’

No fueron estas las primeras palabras de Luís Bruzón durante su conferencia, el pasado martes 9 de octubre, sobre Periodismo y Cooperación en el aula 2 de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, en la UAB. Sin embargo, y, a pesar de ser una frase hecha muy común en estas temáticas, refleja fielmente la síntesis y el objetivo del proyecto que lleva a cabo el equipo de Luís.

Este proyecto es una iniciativa de la Unión Europea que se desarrolla en Centroamérica, concretamente en Guatemala, y se centra en la cooperación municipal. El objetivo es alcanzar un estado moderno, esto es, consolidar una democracia eficaz. Para ello, han apostado por trabajar desde los gobiernos locales. Así pues, partimos de los órganos de poder que están más cercanos a los ciudadanos con el propósito de descentralizar la gestión económica y política del país. Dotar a estas instituciones de recursos sólidos para poder desarrollar las competencias que les sean otorgadas permite poder detectar las necesidades del pueblo y dar respuestas de manera más inmediata y específica.

Frente a las bases teóricas de esta iniciativa es conveniente conocer el contexto donde se desarrolla. Guatemala es un país de, aproximadamente, 13 millones de habitantes con una complejidad social enorme. Para ejemplificar esta complejidad, Luís hablaba de los diferentes grupos culturales que existen: hay 25 grupos culturales con sus respectivos idiomas, más sus dialectos (que suman 104). De estos 25 grupos culturales 22 son descendientes del antiguo imperio maya (se localizan por la región de X’iche); también están los xinca (hacia el sur); los garífuna son los de raza negra que se encuentran por la zona del Mar Caribe, descienden de los antiguos esclavos africanos; finalmente encontramos los mestizos, también llamados ladinos, que son los terratenientes, los amos de la oligarquía, los autores de este “país de familias”.

El carácter de Guatemala se identifica también con datos como los siguientes: 56% de pobreza, del cual un 21% es pobreza extrema; 28% de analfabetismo; 38% de niños en edad escolar que no asiste a la escuela; 60% de deserción en educación primaria; 40 niños mueren por cada mil nacidos.

A todo ello, sumamos la presencia de un estado débil donde no hay seguridad jurídica, con una carga tributaria baja (es decir, se recauda poco a través de impuestos) y un alto nivel de corrupción. De la misma manera, Luís remarcaba la centralización de la administración pública, la baja cobertura sanitaria, la ausencia de políticas públicas contra la violencia, así como la discriminación de las mujeres y de los indígenas.

Guatemala, además, cuenta con una guerra civil de 16 años (1960-1996) en la que murieron más de 200.000 personas, muchas otras desaparecieron y otras se desplazaron. Y precisamente es este desplazamiento interno el eje de la transculturalidad que presenta el país.

Conocer todos estos detalles nos permite poder actuar con mayor eficacia, en tanto que podemos adaptar nuestras iniciativas a los códigos de los receptores y dar una respuesta realmente ajustada a sus insuficiencias. Como ejemplo, Luís comentaba que ya no era tan primordial dotar a Guatemala de infraestructuras, sino que resultaba más provechoso potenciar la gestión de su propio desarrollo. De hecho, los proyectos de cooperación europeos se encaminan en este sentido: articular el tejido social a partir del trabajo local para recuperar la confianza del pueblo hacia sus administraciones. Otro caso representativo que explicó Luís fue que habían detectado que alfabetizar a la población de mediana edad no daba frutos, puesto que este sector consideraba más útil aprender un oficio.

En este sentido, y en la línea de lo que el conferenciante apuntaba, hemos de apostar por la comunicación como herramienta del desarrollo. Una comunicación pedagógica y transversal que invierta en recuperar los valores sociales y el diálogo. Una comunicación que ha de partir de la base educativa para sensibilizar y provocar aprendizaje.

El conocimiento de la realidad profunda de Guatemala (que, por supuesto, va más allá de las pinceladas a modo de ejemplo que se han dado en esta reseña) forma un gran iceberg de empatía que hemos de interiorizar para cooperar de manera respetuosa y efectiva.