RETROCESO

Me dispongo a hacer una breve reflexión acerca de la propuesta del conseller d’Educació, Ernest Maragall, sobre la creación de centros específicos para los inmigrantes extracomunitarios que lleguen una vez iniciado el curso escolar.

En primer lugar, me gustaría transmitir qué es lo primero que pensé cuando sentí hablar de ello. Y es que no puede evitar dudar de la experiencia de quien propone este cambio, pues: ¿ha pedido opinión a los profesionales de la educación, a aquellos que día a día trabajan para la formación de todos aquellos individuos que, en un futuro próximo, han de tejer la sociedad? Es evidente que la respuesta es negativa. Sólo hay que contemplar cómo ha respondido gran parte del profesorado catalán a la propuesta.

Aún más. Y es que creo que incluso sin estar metido de pleno en la educación, se pueden ver y valorar los esfuerzos que se han hecho para la integración de los nou-vinguts en los centros escolares.
Se inició la experiencia con las Aulas d’Acollida, unas aulas que básicamente sirven de puente lingüístico. Solamente quieren ser la herramienta que dé solución a la primera barrera de acceso al aula ordinaria: la lengua. Es por ello que, entre otros principios, se intenta mantener al nou-vingut en el aula ordinaria en asignaturas de interrelación entre compañeros como son educación física, tecnología, visual y plástica, etc.
Sin embargo, parece que esta experiencia piloto parece demasiado segregadora, pues es evidente que monta un pequeño gueto en un aula que, a efectos prácticos, queda separada de las demás. Así, en algunos centros y fruto de la iniciativa del mismo profesorado, se apuesta firmemente por la inclusión de estos alumnos en el aula convencional.
Es cierto que este proceso es difícil. La complejidad de alcanzar esta nueva meta no proviene solamente de la falta de recursos humanos, sino también de la nueva necesidad de hacer estudios pedagógicos que den una respuesta adecuada a la realidad heterogenia de las escuelas. También es preciso un enfoque intercultural tanto por parte del profesorado como de todos los ciudadanos. Es ingenuo y egoísta pensar que la tarea de integración es exclusiva de los inmigrantes, porque sin nuestra colaboración y la voluntad de que formen parte de la sociedad, no reducimos el abismo.

El pluralismo es una riqueza que hay que respetar, conservar y potenciar. No estamos hablando de estructurar las escuelas con criterios productivos. No se trata de quitar de en medio los obstáculos que pueden dificultar la carrera educativa. Se ha de trabajar desde la heterogeneidad y no olvidar que hablamos de la formación intelectual y social de seres humanos.